El amor es ruido

Todo se convierte en ruido en cuanto cierro los ojos. Vi a un muchacho guapísimo en una librería: cerré los ojos, y lo perdí. Lo veía por encima de Esquire y Men’s Health, con un libro en la mano. No pude identificar pierre_mon_frerecuál era. No es que discrimine a la gente por lo que lee, pero si hubiera sido Paulo Coelho lo que leía, hubiera perdido su encanto. Claro que yo no leía Le Monde Diplomatique sino GQ, pero tenía mis razones. Tenía un piercing en el labio inferior. No soy fanático de ellos, pero bueno, a él le agregaba un encanto extraño. Cuando pensé en eso, me sentí viejo. Treinta no es la vejez en su plenitud precisamente, pero él me hizo sentir viejo. Era tan joven, tan lleno de vida, sus labios tan llenos, sus ojos tan abiertos a todo lo que le rodeaba -excepto a mí, claro está. Me gustó su estilo. Lucía como a mí me hubiera gustado a su edad. Yo me vestía horrible, sin estilo en absoluto, descolorido, sin gracia. Él se veía perfecto y estaba consciente de ello. Tenía que cerrar mis ojos. Entonces lo que me quedó de él fue la campanilla de la puerta de la librería.

Otro día, en un bus, vi a una chica hermosísima. Sí, una chica, a mi edad. Ella era bella, frágil, cristalina. No era demasiado delgada, y me encantaba su ropa. Rasgada, colorida. Una bufanda hecha con la tela más horrorosa, pero en ella era un toque exquisito. Rodeaba un cuello muy fino. Ella me miró un par de veces, pero yo cerré los ojos. Cerrados, sólo existían el motor del autobús, una tosecilla apagada y mi respiración.

Los cerré también en una ocasión que estuve en la playa, en alguna parte de Guanacaste, no tengo idea de adónde. No suelo ir a la playa, pero me convencieron por ser el cumpleaños de J. y porque, bien, no tenía nada mejor que hacer. Mi trabajo me permite tales pausas. Una vez en la playa, pasé mucho tiempo solo, pues me encontraba acompañado de parejas de amigos, todos muy felices, algunos casados. E. incluso me preguntó que por qué me aferraba a la soltería. Aburrida mujer casada. En fin, estaba en la playa con Kenzaburo Oé, deprimiéndome por supuesto, cuando un muchachito, muy delgado y tal vez de unos quince años, pasó frente a mí, y se quedó a mi lado.

Como de todos modos ya no quería deprimirme más, opté por verlo. Su torso desnudo estaba lleno de pequeñas motas de arena, y su piel era de un color hermoso. Tenía un cabello largo, negro, y muy desordenado. Su pantaloneta de baño estaba peligrosamente baja, y cuando lo noté me castigué por mirar a alguien tan joven. Pero era inevitable. Bronceado perfecto. Me hubiera gustado ser así a los quince. Quizás he buscado entre los hombres de mi vida todo lo que no fui cuando joven. Quizás todos los hacemos, hombres y mujeres, y eso me parece muy egoísta. Cerré los ojos. La respiración fuerte del chico; las olas incesantes; el silencio.

Uno cierra puertas a cada rato. Cada vez que cierra los ojos, de hecho. Divide la vida en dos: el antes y el después de un abismo diminuto de oscuridad, durante el cual, nos perdimos de un instante de la riqueza extraordinaria del mundo. Sólo queda el ruido.

En un supermercado, choqué de frente con un muchacho de unos veintitrés años. El inevitable piercing en el labio. Los ojos verdes y el cabello castaño. Me han dicho, cuando chocan conmigo, «Perdón, señor». Él no, él me dijo «Perdón» y me sonrió. Fue agradable. Vi su carrito de supermercado: vino tinto -chileno, pero qué se le va a hacer-, dos tipos de queso -uno azul, el otro no sé-, manzanas verdes. Sí, gay definitivamente. Yo solo llevaba una bolsa con cervezas y me sentí tan corriente… Él veía unas salsas para quién sabe qué demonios, y me confirmó que tenía buen gusto, y la orientación sexual correcta. Yo buscaba un queso para fundir. Él lo notó y me dijo: «Aquí ponen los quesos corrientes. En el congelador de allá están los mejores». Sonrió. Y no, no cerré los ojos. Pero, naturalmente, cuando hube pagado en la caja, y lo vi a él subiendo a un Fiat verde (¿?), lo perdí, sin remedio.

Tales cosas son naturales. Tal vez hay quien no está hecho para un contacto íntimo con las demás personas. Me corrijo. La intimidad que se puede obtener con una mirada es definitiva, intangible, absoluta. Decía que quizás hay quien no está hecho para estar junto a alguien todo el tiempo. Cuando era joven, tuve una novia muy aburrida, pero que yo amaba desesperadamente. No puedo explicarlo. No hablabamos de nada pues nuestros intereses eran exactamente los opuestos. Sólo nos quedábamos juntos largo rato, en silencio. Yo estaba enamorado. Y luego, tuve mi primer novio, al cual le daba la mano en los buses, cuando íbamos lado a lado, sin que nadie nos viera. Y yo no lo amaba pero ese contacto de las palmas de la mano me parece hasta hoy lo más cerca que he estado jamás a alguien, a quien fuera.

Acabo de ver a un chiquillo, no sé de cuántos años, menos de 16, que me miró fijamente y sonrió. Tal vez, a mis treinta, no he perdido mi encanto. Supongo. No voy a ir persiguiendo a muchachos de repente, buscaría a alguien de mi edad si quisiera tener a alguien (el sexo está fuera de la cuestión, ése se consigue fácilmente en cualquier baño del Mall San Pedro: hablo de amor, o lo más parecido posible). Me basta con verlo sobre la plataforma de baile, de esos juegos de arcadia chinos en los que le hacen a uno bailar sobre cuadritos de colores. Él tomaba una pausa, descendió de la pista, y se apartó para que otros subieran. Un amigo suyo le arrojó una botella de agua. Me miró. Con mi ensalada de frutas y todo, me sonrió. Tal vez con eso me basta. Cerré los ojos, claro, esperando perderlo. Pero él no se fue.

Un poco de belleza de vez en cuando; debe ser eso lo que me basta. Algunos no estamos hechos para vivir con nadie, ni para sacrificios de amor, ni siquiera para ligar en bares. Algunos debimos haber nacido para abrir y cerrar los ojos a la plenitud del mundo. Cuando hay tanto por ver, es una lástima que una idea frágil, diminuta, como el amor, lo reduzca a un escándalo. E. me preguntaba que por qué me aferraba a mi soltería, y yo le respondía: «Porque el amor es ruido».

2 comentarios en “El amor es ruido

  1. «Tal vez hay quien no está hecho para un contacto íntimo con las demás personas. Me corrijo. La intimidad que se puede obtener con una mirada es definitiva, intangible, absoluta.»

    uuuu de escribirlo afuerita de un cuaderno

  2. No es que discrimine a la gente por lo que lee, pero si hubiera sido Paulo Coelho lo que leía, hubiera perdido su encanto.

    Jajajajaja, con toda la razón.
    Nunca había leído nada aquí, pero me gustó, largo pero bueno 😀

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